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viernes, 3 de agosto de 2012

¿Qué hizo posible que un equipo de colegio pudiera llegar tres temporadas a finales de campeonatos de España (categorías: infantil, y juvenil)? Ha llegado el momento de hablar y desvelar las cualidades técnicas y tácticas de los jugadores y del equipo.

Todo equipo tiene unas rutinas de inicio de los partidos, y el nuestro también. En esto no hay grandes sorpresas, pero sí merece la pena algunas cosas. El calentamiento lo dividíamos en dos partes: en el gimnasio, y en la cancha. La primera parte, la comenzábamos una hora antes, y el gimnasio del colegio nos permitía que cada uno llevara su ritmo; luego, salíamos al patio del colegio y realizábamos un recorrido de escaleras por el interior del edificio (aunque no siempre en todos los partidos), comenzando por la zona cercana a la administración (despacho de administración del colegio), subíamos a la tercera planta, y bajábamos por la escalera de la zona de la portería del querido Jesús Sáez... y al patio de nuevo. Después, comenzábamos a hacer un primer contacto con el balón. Luego las ruedas de entradas a canasta y tiro, pequeños emparejamientos, y finalizábamos con una rueda de palmeo de balón contra tablero muy intensa y espectacular. Andrés Ayala era el encargado de terminar la rueda de los palmeos a tablero con un enceste. Pepe Gadella se iba colocando cada vez más lejos para intensificar el carrusel de la 'rueda a tablero'.

Contacto con el balón antes de las primeras ruedas de entradas. De izquierda a derecha: Joaquín Juan (Quini) (de espaldas), Álvaro Sánchez Monge, Juan Carlos Zamora (un poco tapado), Andrés Ayala (con un balón), Andrés Dolón, Mariano Molina (en un plano anterior, y encabezando al grupo más alejado),
Vicente Navarro (detrás de él), Pepe García-Bravo (algo tapado), y José Luis Martínez.
Al fondo de la fotografía, justo detrás de la mesa de anotadores, el marcador. Era de tipo manual y solo llegaba hasta 99 puntos, lo que suponía un problema al llegar a 100 puntos

La distribución de bases, escoltas, aleros y pivotes, guardaba algunas sorpresas -que quizá fuera unas de las claves de este equipo-, y es que había falsos escoltas y falsos pivotes. Esa homogeneidad en los puestos de juego hace comprender el demoledor juego de contraataque que realizábamos. En aquella época, en España, había dos paradigmas del juego de contraataque en la 1ª División, que eran el Real Madrid de Pedro Ferrándiz y después de Lolo Sáinz, y el Juventud de Badalona. Jugábamos al contraataque no solo tras rebote, sino tras saque de banda, ya que, en esos tiempos, los árbitros no tenían siempre que entregarte el balón para sacar (gran error, que eliminó en esos años de un plumazo la mitad del juego de contraataque de todas las categorías del baloncesto, desde minibasket a la categoría absoluta). Muchos años después, tuve la oportunidad de explicarle este error a Nat Zanolin, comisionado de la FIBA... que me dio buena parte de razón) 

Hacer un equipo no es cosa fácil, y hacerlo que juegue como sin pensar es el sueño de cualquier entrenador. Los jugadores que vienen a continuación convivieron los años clave de su formación escolar y desarrollaron una verdadera intuición de juego. Muchas veces, viendo un partido de baloncesto, y con el recorrido que da la edad, sueles comentar con el de al lado: ¡Huy, ese ha llevado muchas horas de patio de baloncesto! Como queriendo expresar que 'se las sabe todas' en resolver lo que se le presente en el juego. Este equipo fue de esos que echaron muchas horas jugando juntos.

... no, no nos olvidamos de:

En los 'tiempos muertos' se hablaba mucho, y era común que, tras escuchar a Pepe Gadella, hubiera algún comentario por parte de algún jugador. Si la cosa iba de advertir que había que sacarle la falta personal a un adversario, teníamos buenos especialistas con Andrés Ayala, con José Luis Martínez o con Pencho Madrid. Luego había miradas cruzadas de complicidad.

Un tiempo muerto, quizá lo que hace más reflexivo el baloncesto.
De izquierda a derecha: Téte Suances, Mariano Molina, 
Andrés Dolón, José Luis Martínez, Pepe García-Bravo y
Pepe Gadella -entrenador- (en toda su salsa)

Como equipo, disponíamos de algunas jugadas que nos hacían rendir más en el juego, y que eran utilizadas con oportuno sentido táctico de conjunto. La consigna en ataque siempre era apurar la opción de contraataque, que, como ya hemos insistido, era muy buena; a continuación, conseguir organizarnos inmediatamente después del último 'trailer' (si es que se daba..., si no, tras el primer 'trailer'). Después, disponíamos de movimientos sencillos, que no tenían una gran sofisticación, pero que eran muy efectivos, casi siempre buscando ventaja a partir de un 'dos para dos'. Los 'aclarados' solían ser cosa de Pencho Madrid, que si estaba inspirado se convertía en un problema (para los adversarios, claro). En defensa, éramos muy incómodos, no solo en la defensa 'hombre a hombre', sino también en la zona 1-3-1, y en la defensa presionante 1-2-1-1. Esta última zona 'press' nos daba cierta gloria de baloncesto moderno en aquella primera década de 1970.

La defensa presionante 1-2-1-1 es una 'zona-press' muy
efectiva, siempre que no aparezca y reciba un adversario en
el pasillo central, entre la línea de tiros libres y la línea
de medio campo. Los jugadores de la primera línea (más adelantados)
han de ser buenos en las 'trampas', con paciencia para no robar el balón,
y los de atrás muy anticipadores. En cualquier caso, se juega intentando
que el tiempo vaya a tu favor... retrasar es parte del éxito 

El ataque 'en posición' contaba con algunos que otros movimientos. Tomaremos como ejemplo un ataque partiendo de una situación inicial de 1-3-1:

La jugada consistía en aburrir al contrario en una especie de rueda de pases cambiando continuamente su posición los dos aleros y el base; solo permanecían en un sitio los ahora llamados 4 y 5, antes 'poste' y 'center'. El base y los dos aleros triangulaban hasta que se cambiaba la rutina con un tiro con bloqueo o se gestionaba una jugada de finalización 'dos conta dos'.


El cambio de posiciones del triangulo superior se realizaba cuando el que está en la posición de alero derecho pasa el balón al fondo. Como estamos viendo, este movimiento se puede repetir cuantas veces queramos, teniendo como objetivo aumentar la velocidad del balón y de movimiento al eliminar los tiempos para pensar, pero lógicamente tiene varios modos de finalización.

Valgan los siguiente ejemplos:

En la más sencilla, el alero bloquea al defensor del 4 y éste queda con un tiro de cuatro o cinco metros a canasta. Entran al rebote 2, 4 y 5; y cubren el contraataque 1 y 3.


El 2 hace un bloqueo indirecto al 5, quien corta hacia canasta recibiendo un pase del 4 tras un amago de tiro para atraer al defensor e impedir la 'ayuda'. La atención al rebote y al contraataque, igual que en la jugada anterior.


El 2 corta la zona, como siempre, con lo que atrae a los defensores, pero ahora el 1 en lugar de tomar su posición 'corta' la zona y recibe un pase entrando a canasta. Ahora son 2 y 3 son los que deben defender el contraataque.


Dejemos la táctica y vayamos haciendo hueco para cuestiones que no son del juego. Nos tememos que el recorrido de esta larga narración, que nos ha ocupado todas las 'entradas' anteriores, comienza a tocar a su fin. Es una lástima, porque cumplidos los objetivos de situarnos en el mundo y no caer en el olvido, y de unir los recuerdos de este tiempo compartido, parece perder sentido este blog. No es menester cerrarlo, pero sí reconducirlo. Digamos que nuestro contacto será menos ordenado, hasta que tengamos una buena excusa para volver... Tras este amplio recuerdo, es posible que tengamos la oportunidad de vivirlo de otra manera, ¿quizá un encuentro de todo el equipo? ¿mejor tras una mesa que en una cancha?

Ha sido un placer... Gracias por los momentos tan divertidos jugando a baloncesto y por compartir la amistad ¡Salud, compañeros!

PD. (15-XII-2012) Con la idea de vernos, hemos localizado a todos excepto a dos (Gaspar Martínez Olmos y Álvaro Sánchez-Monge Morante). Por favor, pónganse en contacto con Vicente Navarro Adelantado o con Quini (Joaquín Juan Agüera). Somos fáciles de localizar en los canales habituales...


lunes, 16 de julio de 2012

Hablemos de balones y de 'botas de baloncesto'. Podríamos definir aquel período como el balonopitecus o el botabaloncestoico. Pues sí, estábamos en una etapa de desarrollo de la modernidad en los materiales que rodeaban al baloncesto y nos tocó vivir la llegada de las marcas que dominarían después varias décadas de este juego.

Era común el balón de goma, porque el cuero lo conocimos muy al final. Dentro de los balones de goma, entrenábamos con unos y se solía reservar el mejor balón para jugar los partidos de competición. Para determinar el balón, no hacía falta mucho; estaba implícito cuál era el bueno, el que nos gustaba. Para los entrenamientos usábamos el Pennsylvania, que era de color amarillo; su calidad era mediana. Desde luego, el color se iba transformando en más oscuro a base de enmugrecerse veladamente, perdiendo estética a favor de no resbalarse de las manos. Dejábamos un balón de lado en cuanto se deformaba un poco, ya que al botar no queríamos ser jugadores de lotería. La estrella entre los balones era -para nosotros- el legendario balón Super K. Su goma era especial y su bote   de película. Lo guardábamos con la devoción que se guardan las cosas valiosas. Si fuese posible la balón-ficción, no nos habría importado que aquel balón llevase una unidad de memoria, y pudiéramos recordar tantos y tantos encestes. Veamos un ejemplo de esa memoria virtual: En una final interprovincial, en nuestro Colegio, los protagonistas son el base del equipo campeón de Murcia (se elude dar el nombre del jugador, pero lo tenemos si se llegase a un juicio) y nuestro base Vicente Navarro. La escena baloncestística sucede en el campo de transición de la defensa al ataque, antes de pasar la línea de 'campo atrás', y en un 1x1. El base murciano finta y se pasa, con bote, el balón por la espalda con la idea de sobrepasar a su defensor y, de paso, traspasar la línea de medio campo. Aquí, permitirá el lector que le susurre al oído que cabe la posibiliad de que hubiera alguna reacción simbiótica en aquel balón... Vicente Navarro le cierra el espacio, roba el balón y... ¡le repite la misma finta!, ... y, jaleado por el público, se va solo a canasta y encesta con el querido Super K.
  Pepe García-Bravo posando con el balón Super K, nuestro preferido. Con este modelo
se jugó en EEUU en 1964 y algunas temporadas siguientes. La firma de un gran jugador como Bob Cousy le daba poderío. A este jugador se le atribuye
el 'invento' del pase por la espalda

Respecto a las zapatillas deportivas, el debate era si botas o zapatillas. Había jugadores que no les iba eso de llevar el tobillo cautivo, preferían más libertad de movimientos. Nuestros principios en el baloncesto coincidieron con la aparición de algunas marcas que hoy nos resultan familiares, como Adidas. Téte Suances se compró las primeras Adidas en la categoría infantil (1972), y eran de un diseño inespecífico o también catalogadas como 'de calentamiento'. En minibasket resolvimos la cuestión con zapatillas nacionales. Así que pasamos en pocos años de un mercado pobre en marcas a un mercado de cierta calidad y con buenas ofertas. De 1968 a 1969 jugábamos con marcas desconocidas (100% españolas). Todavía quedaba para pensar en zapatillas de verdad... Digamos que eran zapatillas todo-terreno, y las mismas que usábamos en las clases de 'gimnasia'. 


1968. Los compañeros 'de clase' en un partido de minibasket
de los sábados por la mañana en el Colegio. Las zapatillas eran de lona
y servían para todo. Arriba, de izquierda a derecha: Téte Suances,
Vicente Navarro, Fernando García de la Serrana,
Pagán, Isidro Solano, Egea, y Nacho Martí

A continuación, seguimos jugando con las recordadas zapatillas y botas Keds. Es curioso (nosotros no lo sabíamos) que esta marca fue precursora en EEUU, junto con las legendarias Converse, de las zapatillas de lona y suela de goma. Las Keds llegaron rápidamente a España al principio de 1970, y más tarde, fueron copiadas por las primeras botas John Smith (más españolas que la Roja), de las que también disfrutamos. Tanta fue la aceptación de estas marcas anteriores, que Adidas sacó un modelo de bota de lona, con rayas azules, de las que casi todos tuvimos un par; incluso en la actualidad, se ha repetido el modelo (véase las botas Adidas Nizza). Sin embargo, en esta época, la reducida distribución comercial de las Converse All Star (y su precio) hacía imposible tenerlas, lo que ya conseguimos en 1974. También, son recordadas de la primera época (entre 1971 y 1973) las botas Olimpic, que eran de la serie de modelos de lona y suela de goma, y dejaron de gustarnos porque se despegaba por acción del sudor el revestimiento lateral que circundaba la bota por la parte anterior del pie. Con relación a todos los modelos de lona, lo más curioso fue que lo más copiado era la suela.

Pero inmediatamente, en 1973, ya jugábamos con modelos de zapatillas y botas que eran magníficas, como las Superstar, de Adidas, con su puntera de goma. Algunos de estos modelos todavía se fabrican bajo otros nombres (véase Superstar 2).

 A la izquierda José Luis Martínez entra a canasta con unas botas Adidas Supergrip
(con las bandas en rojo y azul, y el exterior con rejilla). En la imagen central,
Vicente Navarro y Téte Suances con zapatillas Adidas, y Andrés Ayala
(al salto inicial) y Andrés Dolón con botas Olimpic. Por aquellos años, el
modelo Superstar , que tenía una puntera de goma (Adidas, creado en 1969
utilizado por la NBA), fue también usado por algunos de nuestros jugadores.
En la imagen de la derecha, Andrés Dolón en el salto inicial con unas zapatillas
Adidas, con su portentoso salto desde parado

La obligada moda de las botas y zapatillas de lona se comenzó a superar, y nos pasamos al cuero y a una calidad claramente mayor. Las Converse All Star de lona seguían siendo un mito y, como tal, aguantó el tirón del nuevo diseño un poco más.


Partido en nuestra cancha en el comienzo de la temporada 1973-74. Las zapatillas y botas se repartían entre las marcas Adidas y algunas Converse. De izquierda a derecha: Pencho Madrid, José Luis Martínez, Gaspar Martínez Olmos (tapado), Vicente Álvarez Cascos, Joaquín Juan (Quini), Juan Antonio Cerrada (tapado), Andrés Dolón, Mariano Molina, Francisco Javier Suances (Téte), Pepe García-Bravo, y Vicente Navarro; Muiños
(primer árbitro), y segundo árbitro

Tampoco tenían desperdicio los calcetines, y merecen un comentario (véase la imagen anterior). Lo fardón en la década de 1970 eran los calcetines altos (para mucha gente de Cartagena: calcetas), y luego venía la cuestión de los colores de las rayas. Hicimos el intento de jugar todos con rayas azules, pero no nos podíamos resistir a los colores más variados. Ni que decir tiene que no mencionaremos nada sobre los pantalones, porque lo nuestro era marcar pierna, y no como ahora, que se trata de ocultarla. Todas estas cosas, por pequeñas que sean, advierten al lector de las distancias entre el baloncesto de antes y de ahora... pero, cuidado, que encontraría mayor distancia en el equipaje que en el juego.


Nota.- La próxima 'entrada' va de jugadores y de tácticas...


martes, 10 de julio de 2012

Hablar de canchas de baloncesto de los años 70 (década de 1970) era hablar del patio del Colegio viejo de la Plaza de San Agustín. Entonces, las canchas eran auto homologables, porque eran irrepetibles. Las canchas no se parecían unas a otras, siempre había algo que las hacía especiales; tratar de igualar las campos de juego  no sucedía ni en la antigua Primera división (antes de la ACB). Por eso ir a jugar como equipo visitante se parecía a una aventura: ¿cómo 'escupirá' el aro? ¿será muy duro el tablero? ¿de qué será el pavimento? ¿las redes serán anchas, cortas o largas? Nuestro suelo era de losas de terrazo, duro como él solo; sin embargo, para el bote del balón funcionaba muy bien. Nuestras canastas eran diferentes; una sostenida por un tubo con curvatura hacia el interior de la cancha, y la otra era una estructura embutida en la pared. Las líneas de fondo de ambos lados estaban muy próximas a importantes obstáculos; una muy cerca de la pared, y la otra casi a ras de una grada. Por pura supervivencia aprendimos a saltar en vertical en las entradas a canasta, nada de dejarse ir corriendo... Reconocemos que esto era una verdadera desventaja para los equipos rivales. Por si acaso querían quejarse (nadie lo hizo nunca...), les hacíamos una rueda de palmeo a tablero, antes de comenzar el partido, que les disipaba las dudas y les dejaba boquiabiertos. Ayudaremos al lector con un plano de aquel patio, que nunca mejor dicho deja las cosas en su sitio...

Patio del Colegio Maristas La Sagrada Familia (Cartagena). Fuente: la memoria.
La cancha central fue nuestro santo-santorum, en ella jamás
perdimos un partido

El lector sabrá perdonar algunas visiones intimistas de este recinto, pero comprenderá que se convirtió en un almacén de recuerdos. El Hermano Vicente Campos, cuando se avecinaba un partido de alto interés, colgaba una gran pizarra de las verjas que protegían las vidrieras de la capilla (ver en el plano: tragaluces de la capilla); en ella, se anunciaba, con elegantes trazos de tizas de colores, el partido entre los equipos y, tras el encuentro, publicitaba el resultado. Como todo el colegio formaba las filas en el patio, antes de dirigirse a las clases, algunas palizas (más de 100 puntos) eran muy comentadas. Era como leer una cabecera del Marca antes de entrar a clase. Las miradas desde las filas a los jugadores te hacían crecerte un poco, claro.

En la canasta más próxima al frontón, que tenía la estructura muy pegada a la pared, aprendimos a 'meterla para abajo' a dos manos, saltando de frente y apoyando un pie en el muro... ¡Espectacular!

Desde pequeños aquel espacio nos acompañó, de los recreos al aula, del aula a los entrenamientos, del aula a la clase de educación física, las fiestas del colegio... Nuestras zapatillas La Tórtola, nuestro pantalón 'de gimnasia' blanco con unas rayitas rojas,... Allí aprendíamos a patinar desde parvulitos anudando los babis con el de delante mientras el Hermano Ildefonso nos deslizaba con la fuerza de un tractor. En ese patio nos comimos cientos y cientos de bocadillos (en toda la historia colegial, claro) comprados en la cantina de nuestro entrañable Sebas. Según llegabas, te situabas a un lado de la barra de la cantina y empujabas de manera que hacías saltar a uno de los de la primera fila para entrar tú en los sitios de privilegio. Era una estrategia para conseguir el bocadillo antes, porque ponerte a jugar era importante y no era cosa de hacer cola ni nada de eso. Esto lo hacía todo el mundo, porque en un patio de aquellos había que saber sobrevivir... A continuación, una foto que daría pie a un relato corto del mismísimo Valdano. Las caras de los actores siguen un punto focal: la soledad del portero al encuentro del balón...

Un partido entre clases en las fiestas del Colegio en el año 1964. En la escena dos jugadores del equipo. Chuta el penalti Juan Antonio Cerrada. De izquierda a derecha: Vicente Navarro (con camiseta de equipaje a rayas); el segundo, a continuación, Norberto Navarro (hermano del anterior); el segundo, después de él, Molino; el segundo, después de él, Ñíguez; a continuación, Catrofes; el anterior al siguiente jugador con equipaje, Perico; el último jugador con equipaje, Celdrán; y finaliza la escena, con el silbato, el profesor Vicente Navarro. En la foto se pueden apreciar detalles del patio: la bandera, la pizarra anunciando los eventos deportivos, el suelo de terrazo, una estructura de una canasta...

Decir canchas era hablar de canchas descubiertas. Eso de una cancha cubierta lo conocimos como excepción a la regla. La primera cancha cubierta que hubo en Cartagena fue la de la antigua base americana (ahora Cub Naval, en la subida a Tentegorra), después la del Colegio Hispania. La primera vez que jugamos en una cancha de suelo de parquet fue como soltar cabras en el monte, como si los pies corrieran solos. Y qué decir de las canastas de tablero de cristal... después de haber aprendido todos los rebotes a los que daban lugar los tableros de madera, era coser y cantar. Porque a los lujos se acostumbra uno enseguida.

Es curioso que nuestro equipo desapareciera con el colegio viejo. Desde luego, el llamado colegio viejo trató de hacerse moderno, pero tenía a sus espaldas mucha historia y no lo tuvo fácil. El paso del tiempo puede con todo, y nosotros quisimos quedarnos en aquel ambiente, con el sabor de lo auténico. No era cuestión de romper una bonita metáfora.

Primer colegio de los Hermanos Maristas en Cartagena
en la vieja Plaza San Agustín (1906). Más tarde fue
remodelado, sobre el comienzo de la década de 1950,
y perduró hasta 1974.
Fuente: Archivo Histórico de la Región de Murcia
(Archivo Casaú) 

martes, 3 de julio de 2012

La temporada 1974-1975 fue la diáspora del grupo. Por motivo de estudios nos dispersamos por diversos lugares, normalmente por motivos académicos, y el equipo tocó a su fin. Sin embargo, todos seguimos jugando, con mayor o menor presencia baloncestística. En algún caso, con ese exceso de responsabilidad de los buenos estudiantes, algunos dejaron de jugar y se centraron en cuerpo y alma en estudiar. Por ciudades, nos repartimos como era costumbre en una ciudad sin universidad (sí había escuelas técnicas de ingeniería): en Madrid (Pepe García-Bravo, Enrique Díez, José Luis Martínez, Vicente Navarro, Téte Suances); en Murcia (Mariano Molina, Joaquín Juan -Quini-); en San Javier -Murcia- (Andrés Dolón); en Marín -Pontevedra- (Álvaro Sánchez Monge); continuaron estudios en Cartagena: Gaspar Martínez Olmos, Pencho Madrid, ... etc.

En Madrid, se juntaban alguna que otra vez Pepe García-Bravo, Enrique Díez y Vicente Navarro; también, mantuvieron el contacto José Luis Martínez y Vicente Navarro. Quini (Joaquín Juan Agüera) se convirtió en un referente informador de dónde se encontraba cada uno, y hay que agradecerle que haya guardado la llama. Como es lógico, en las vacaciones más próximas al final de la década de 1970, hubo algún intento de vernos y jugar un partidito, pero la realidad es irreductible y las vidas de cada uno se iban haciendo complicadas. Así que, salvo algunos lazos más estrechos de amistad que perduraron sin fisuras, en otros casos nos perdimos la pista, a excepción hecha del típico encuentro anecdótico por esas calles cartageneras ambientadas de Navidad, Semana Santa; en el verano menos... porque, como dice la gente, Cartagena en verano es un horno.

Un partidito en unas vacaciones de Navidad en el recién estrenado Colegio nuevo de Maristas (Ensanche de Cartagena), entre los jugadores algunos del equipo. Nuestra vieja cancha había desaparecido con el Colegio viejo (Plaza de San Agustín). En el centro (camiseta oscura), botando de espaldas,Vicente Navarro. El lector sabrá encontrar el balón

 El Dr. Cagigal (centro), creador y director del INEF de Madrid, imparte una
tertulia en un Colegio Mayor de Madrid, gracias a la gestión de
nuestros compañeros Pepe García-Bravo (derecha) y Vicente Navarro
(año 1976)
Sin perder el hilo del baloncesto, merece la pena destacar que Vicente Navarro jugó en el junior del Estudiantes. Este nivel de baloncesto supuso una mejora exponencial para nuestro compañero, que se hizo sitio en la cuna de muchos 'bases' y muy buenos.

Vicente Navarro, con la camiseta de
Estudiantes, en la cancha Magariños
(1974-1975)

En la Semana Santa de 1975, se jugó un partido amistoso entre Hispania y Maristas en la Caa de la Juventud (Paseo de Alfonso XIII). Vicente Navarro jugó con el Colegio Hispania con el fin de compensar algo el encuentro, ya que Maristas era un equipo más fuerte. Al finalizar el partido, se sumó Vicente Navarro a la foto con Maristas.

 De izquierda a Derecha: Andrés Dolón, Joaquín Juan (Quini),
Francisco Javier Suances (Téte), Pencho Madrid,
Vicente Navarro y Javier Nárdiz

 De espaldas, Pencho Madrid (nº 15), a la derecha y a la espera del balón Vicente
Álvarez Cascos. Saltando, disputando el balón, Vicente Navarro y Andrés Dolón. Andrés
tenía una potencia de salto fuera de lo común, vamos que había que coordinar mucho
el salto para tener alguna opción de tocar el balón
Una 'entrada en bandeja' muy característica de Pencho Madrid. Junto a él
Vicente Navarro sin opción ninguna; en el centro Téte Suances


Pero cualquier excusa hacía saltar la chispa, y se forzaba la cosa para sacar un equipo con el que aprovechar el rastro de baloncesto que habíamos acumulado. Una combinación de circunstancias permitió que Pepe Gadella 'se saliera con la suya' y creó el CB Cartagena. De los nuestros, jugaron en ese equipo: Gaspar Martinez Olmos, Pencho Madrid y Vicente Navarro. La cancha de juego era nada menos que la pista descubierta de Carmelitas (Plaza de España); desde luego, no era el lugar adecuado para escucharse determinadas cosas, paralelas al juego, y más en aquella época... El equipo fue dirigido por Pepe Gadella, pero inmediatamente se encargó de él Pepe Manteca, un entrenador de Madrid que sabía mucho baloncesto. Se recuerda, con cariño, los desplazamientos de los domingos por aquellas carreteras murcianas en el viejo Volvo de Pérez-Milá.

Corría el año 1975 cuando podemos decir que acabó la andadura de este grupo de amigos unidos por el baloncesto. Como es natural, las canchas supieron de nosotros en los años siguientes, en las competiciones universitarias o en equipos que siempre sabían valorar lo que veían delante. En algún caso, es posible que fuera una lástima no haber insistido más en competiciones más exigentes, ¡quien sabe! Algún comentario de perplejidad se escuchó... algo así como ¿Qué hace éste jugando en universitarios?

Si el lector ha pasado un rato entretenido, este blog todavía tiene pendiente de contar cosas del baloncesto de aquella época, y cuál era el juego que desarrollaban los jugadores y el equipo. Vamos a ello. 


viernes, 22 de junio de 2012

La fase de sector del año 1974 se jugó en La Roda (Albacete). Allí nos enfrentamos a Marcol (Escolapios), Maristas (Alicante), Trinidad (Alcázar de San Juan), y Valencia CF. La final fue contra este último equipo, y la ganamos 66-49. Más destacable que el mismísimo baloncesto fue el frio (véase la camiseta debajo de la reglamentaria) y el viento. En uno de los partidos el árbitro paró el juego porque una racha de viento se llevó una de las canastas, a pesar del contrapeso. Fue una escena divertida, digamos que los jugadores corrían detrás de la canasta con un amor interesado.
 Fase de sector de La Roda (Albacete). Arriba, de izquierda a derecha: Javier (Javi) Nárdiz (2º entrenador), Vicente Navarro, Vicente Álvarez-Cascos, Gaspar Martínez Olmos,
José Luis Martínez, Joaquín Juan (Quini) Fulgencio Madrid (Pencho),
Álvaro Sánchez Monge,  Pepe Gadella (entrenador), Hermano Vicente Campos.
Abajo: Juan Antonio Cerrada, Andrés Dolón, Francisco Javier Suances (Téte),
Mariano Molina, Pepe García-Bravo (sosteniendo nuestro querido balón Super K)

El equipo seguía su racha imparable, se ganaban torneos y se resolvían sin problemas los partidos de las fases previas a la final del Campeonato de España. No es que fuese algo de esta temporada, pero la preparación física y un juego que 'miraba mucho al aro' parecía una fórmula más que suficiente.

Vicente Navarro con un trofeo ganado por el equipo.
A la izquierda, Antonio Mª Claret García (Toni),
también jugador en años anteriores de Maristas.
Al fondo, Andrés Ludeña (de espaldas),
y Jóse (Josefina) Campillo

Arriba, de izquierda a derecha: Javi Nárdiz, J.J (animador, sosteniendo la pancarta), Álvaro Sánchez Monge, Gaspar Martínez Olmos, Mariano Molina, Vicente Álvarez Cascos, Pepe García-Bravo, José Luis Martínez, Pepe Gadella, animador 1. Abajo (izquierda a derecha): Vicente Navarro, Juan Antonio Cerrada, Pencho Madrid,
 Joaquín Juan (Quini), Téte Suances, y Andrés Dolón

Ya estaba a la vista la final del Campeonato de España, y aparecieron los primeros presagios. Hay una anécdota de organización del viaje que merece la pena recordar. Seguramente, por ahorrar gastos, se decidió que solo viajaran 10 jugadores. Como el número era manejable, se intentó hacer el viaje en tres coches, el más grande era un Seat 124 de cinco puertas, los otros dos eran coches utilitarios. Se comenzó el reparto de jugadores, había gente grande y muchas bolsas muy grandes... Los coches salieron, bien cargaditos... Entre la apretura y el peso que llevábamos, se logró llegar a Los Dolores (un barrio a escasos kilómetros de Cartagena). Hubo que desistir, volver y alquilar un microbús ('micro'), que, según parece, pertenecía a la Marina.

Y llegó la fase final de El Campeonato de España. Se jugó a finales de mayo, en Ávila. La disputaron (primer grupo): Real Madrid, Barcelona, y Amigos del Baloncesto; (segundo grupo): Tabirako, Vallermoso, RC Naútico (Tenerife), y Agustinos (León). El campeón fue Real Madrid; nuestro equipo quedó en 8º lugar. No pudimos mejorar el resultado de la edición anterior (6º de España), debido a la mala suerte de las lesiones. Para mayor duelo, los lesionados eran los tres máximos encestadores del equipo; entre los tres, sus canastas aseguraban un mínimo de 55 puntos por partido. Lo notamos mucho.

Andrés Dolón defiende 'arriba' una zona (¿1-3-1?). 'Abajo' Gaspar atento a
ajustar la defensa, que ya está debilitada

El carrusel de lesionados fue completándose día a día. En el primer partido, nada más empezar, tras un tiro libre sobre nuestra canasta, un árbitro se abre para correr y Vicente Navarro, mucho más rápido en la apertura del contraataque, se lo lleva por delante al ir mirando el balón; resultado: esguince de caballo y al hospital, donde pasa toda la semana. El segundo día, contra el Real Madrid, se lesiona José Luis, que pisa a un adversario. El tercer día se lesiona Pencho Madrid en una mano, contra el Barcelona, y le aplican una escayola.

Posado de escayolas y vendaje tensoplast. En el brazo (Pencho Madrid), en
la pierna izquierda (Vicente Navarro), y en el tobillo derecho (José Luis Martínez).
Parece una broma, pero no lo era.

Dando una vueltecica turística, poniendo a prueba los conocimientos de arte.
De izquierda a derecha: José Luis Martínez, Pepe García-Bravo,
Francisco Javier Suances (Téte) y Andrés Dolón

Saliendo del hostal de Ávila, Pencho Madrid (primer plano),
Vicente Álvarez Cascos (de amarillo), Andrés Dolón (detrás de él),
y al fondo el Hermano Vicente Campos (con gafas oscuras)

Aquella temporada (1973-1974) terminó de manera agridulce, porque disfrutamos mucho de un baloncesto muy sólido y espectacular; esta fue la parte dulce. Éramos de los pocos equipos que se atrevían con la zona presionante 1-2-1-1, y teníamos jugadores muy listos que sabían cazar en las trampas a los atacantes, y se anticipaban con rigor en los ajustes de atrás. Ciertamente, desde el punto de vista táctico, nuestra debilidad era la sistematización más rica del juego de ataque 'en posición'... pero solo se notaba ante equipos muy fuertes, que tenían un balance defensivo serio y un gran rebote. El lado agrio fueron las lesiones en el momento más importante del campeonato.




sábado, 9 de junio de 2012

Esperábamos mucho del año 1974, porque éramos un equipo con experiencia. No en vano ya habíamos competido en dos finales de campeonatos nacionales (Málaga, en 1972, y Zaragoza, en 1973). La fase local la terminamos imbatidos, y el segundo puesto fue para Carrera Sport. La fase provincial se jugó contra Rayo y La Merced, con los siguientes resultados: Rayo 13-Maristas 59, y La Merced 41-Maristas 88, Maristas 85-Rayo 22. El partido contra La Merced lo jugamos en un pabellón nuevo que casi se inauguraba, con su flamante parquet y sus canastas de cristal, colgadas... Al lector le parecerá esto un comentario absurdo, pero en aquella época era algo galáctico e inusual.   

En la Semana Santa de 1974, hubo dos momentos de interés. Se jugó una eliminatoria interprovincial, contra Escolapios de Granada. El partido de ida fue una exaltación de juego y puntos, con el resultado: Maristas 111- Escopalios 41. Y el partido de vuelta, en Granada, 47-69 a nuestro favor. José Luis Martínez anotó 34 puntos. Una máquina de encestar... Si jugase hoy, más de uno sabría lo que es bueno.

 En primer término, Mariano Molina; tras él y de
izquierda a derecha, desde la perspectiva del
que mira, Andrés Dolón, Vicente Navarro,
Pepe García-Bravo, y José Luis Martínez.

Del del 15 al 17 de abril, jugamos el II Trofeo Manuel Duelo, de nuevo organizado por Sánchez Pedreño (cartagenero residente en Barcelona). Lo ganó el Instituto Albéniz de Badalona, donde jugaban dos jugadores del Juventud de Badalona, y participaron en total ocho equipos (Elche CF, Bazán, Maristas...). La final fue entre el Instituto Albéniz y Maristas, con el resultado de 60 a 50. La final contra el Instituto Albéniz fue muy competida.

José Luis al tiro libre; Pepe García-Bravo al rebote, y al fondo Gaspar Martínez Olmos,
también al rebote
José Luis en el salto tras una 'lucha'. Vicente Navarro en la
cabeza de la zona, y Pepe García de espaldas. A veces hay
cambios absurdos de reglas (hoy esto se eliminó mucho más tarde),
esta situación, tras bloquear el balón dos jugadores adversarios,
permitía enfrentar a dos jugadores desiguales en altura... pero nunca
se sabía dónde saltaría la sorpresa. Si era el caso de Andrés
Dolón o José Luis Martínez, el balón ya era nuestro.


Nuestro equipo tenía un contraataque demoledor, fundamentalmente por tres razones: una buena velocidad de los aleros, un uso del espacio de apertura que desbordaba el balance defensivo, y un sentido intuitivo de los recursos técnicos para la finalización que parecía un repertorio de trucos de chistera. Por si era poco, al contraataque se le unían una natural habilidad en el último pase, y un trailer que hacía daño en la defensa menos precavida. 
Pencho Madrid en un medio gancho; José Luis al rebote, y
Pepe García también al rebote, más retrasado

 El Noticiero de Cartagena

 Los dos máximos encestadores del torneo, un jugador de
Badalona y José Luis Martínez. A la espalda de José Luis,
 con bigote, Godoy (entrenador de Bazán, equipo de categoría
senior). Con los papeles en la mano, Sánchez Pedreño,
organizador del trofeo


Vicente Navarro recibe un trofeo por la clasificación y otro también
para el equipo. Detrás de él, con corbata, Quesada, que fue
entrenador del FC Cartagena


Vicente Navarro firma un banderín a dos amigas. A la derecha,
Lola Méndez


Ya se iba acercando lo bueno, de nuevo: la final del Campeonato de España de 1974.

jueves, 31 de mayo de 2012

Tras la final del Campeonato de España de 1973, se celebró el Eurobasket'73 en Barcelona (27 de septiembre al 6 de octubre), y allí que fueron Pepe Gadella, Pepe García (hermano de Toni, también jugador de Maristas, en años anteriores, y del Licor 43, donde compartió equipo como jugador con Pepe Gadella) y Vicente Navarro. Fueron unos días trepidantes, de la sede de Barcelona a la de Badalona, y viceversa. Ver ese nivel de juego y tan de cerca supuso una borrachera de baloncesto de la que costó recuperarse. El viaje a Barcelona lo hicimos en el Simca-1000 de Pepe Gadella; en aquella época, los coches más al uso llevaban un perrico articulado junto al cristal trasero, que movía la cabeza por efecto de los baches (que entonces eran muchos). En vez de perrico, Pepe llevaba el casco de las prácticas de la Escuela de Minas... En el viaje de regreso, pinchamos, y se cambió la rueda en un tiempo record, muy bien organizados por Pepe, que nos dirigía a modo de una mezcla entre jefe de taller y box de fórmula 1. Entre muchos otros, jugaron aquel Eurobasket los hermanos Belov, Buscató, Vicente Ramos, Luyck, etc. En el círculo se marca donde estábamos sentados en la final contra Yugoslavia.
Final del Eurobasket contra Yugoslavia, que perdió España. Marcado
con un círculo rojo el lugar de la grada desde donde vimos el partido.
A su lado, la mascota del campeonato.

Y llegó la temporada 1973-1974, prometiendo, al menos, repetir la anterior. El equipo perdió a Andrés Ayala y a Juan Carlos Zamora, porque por la edad dejaban de ser de categoría 'juvenil'. Entraron en el equipo Gaspar Martínez Olmos y Vicente Álvarez Cascos.

Un domingo fuimos a ver a nuestro ex Andrés Ayala a Los Juncos (hoy, Parque Los Juncos), donde jugaba con Bazán en 3ª división. En la fila de arriba (de izquierda a derecha): Enrique Díez, Vicente Navarro (de pie), José Luis Martínez, Andrés Solano, Baltasar Pereda (Balta) y Pepe García-Bravo. 2ª fila: el padre de nuestro compañero Quini (de pie), niño 1 (de pie), Mariano Molina, Joaquín Juan (Quini). En primer plano: Andrés Ayala (victorioso),   Villaescusa y Hermano Vicente Campos

Maristas seguía apostando por el baloncesto, de la mano, como siempre, del hermano Vicente Campos Bernard y de Pepe Gadella; esa temporada se incorporó Javi Nárdiz como segundo entrenador. Como siempre, se compitió en los Juegos Escolares y en la Campeonato Federado. Esa temporada Vicente Navarro jugó la primera competición con el Colegio Hispania, y Pencho Madrid, Andrés Dolón y Gaspar Martinez Olmos con el Instituto Isaac Peral.


Equipo de Maristas (Juegos Escolares). De izquierda a derecha:
Vicente Navarro (acompañante), Pepe García-Bravo, Álvaro Sánchez
Monge, Vicente Álvarez Cascos, Mariano Molina, José Manuel Allegue,
Javi Nárdiz (entrenador); abajo: Juan Antonio Cerrada, Enrique Díez,
Joaquín Juan (Quini), Francisco Javier (Téte) Suances,
Montoya, y José Luis Martínez

Arriba (de izquierda a derecha): Javi Nárdiz, Pencho Madrid, Juan Antonio Cerrada, Gaspar Martínez Olmos, Vicente Álvarez Cascos, Hermano Vicente Campos,
Pepe García-Bravo, Joaquín Juan (Quini) y Manolo Campoy.
Abajo: Vicente Navarro, Téte Suances, Andrés Dolón, Mariano Molina,
José Luis Martínez y Álvaro Sánchez Monge

Necesitábamos jugar partidos con cierto nivel competitivo. Esto en Cartagena era difícil, y hubo un par de partidos con el equipo senior de la Academia General del Aire, que fueron duros. El equipo de la Academia General (San Javier) era campeón de los tres ejércitos y había conseguido derrotar a nuestro equipo el año anterior. Se jugaron dos encuentros, el primero en nuestro campo, que ganamos 61-51. Este partido se jugó después del Coumar senior contra el Coumar junior, ambos equipos femeninos de Maristas. En la nota de prensa siguiente se puede seguir lo que fue aquella jornada.

El Noticiero, 4 de noviembre de 1973

Este partido supo a poco, y se acordó devolver la visita a la Academia General del Aire, a San Javier. Alí que fuimos al mes siguiente, el 3 de diciembre de 1973. El lector verá lo bien acompañados que estuvimos por las chicas del Coumar junior. Ganamos 39-89, lo que dejó, definitivamente, las cosas en su sitio.

De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: Javi Nárdiz (2º entrenador), Mariano Molina,
Gaspar Martínez Olmos, José Luis Martínez, Álvaro Sánchez Monge, Andrés Dolón, y
Pepe Gadella. Abajo: Juan Anonio Cerrada, Joaquín Juan (Quini) Vicente Navarro,
Pepe García-Bravo, Téte Suances. 

Saque de banda, Vicente Navarro. Al fondo (de izquierda a derecha): Enrique Díez,
Baltasar Pereda, Isidro Solano, chica 1, Mª Dolores García Sarabia (sentada), Rosa Murcia (sentada), chica 3 (sentada), chica 4 (de pie), África (con la mano en la cara), Roca, Lola Méndez, Santiago Restoy, y J.J

Álvaro Sánchez Monge al rebote, dominando el centro de la zona Pepe García,
y Vicente Navarro al fondo.
 
Arriba y de izquierda a derecha: chica 1, Mariano Molina, África, Gaspar Martínez Olmos, Álvaro Sánchez Monge, chica 2, Andrés Dolón, y Juan Antonio Cerrada. Abajo: Joaquín Juan (Quini), Vicente Navarro, Carola Urcelay (un poco tapada), Santiago Restoy (chica), Pepe García-Bravo, Rosa Murcia, José Luis Martínez (con una camiseta del Eurobasket'73),
y Téte Suances (con una camiseta del Naútico de Tenerife, de la final que jugamos
en Zaragoza)

Terminaba el año 1973. Un año redondo: mucho baloncesto, bueno amigos... y amigas.